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Geografía física (continuación)

 pesar de que España, en su conjunto, es una región predominantemente seca, la disposición del relieve y el clima han determinado una red hidrográfica de cierta madurez. Los ríos acusan la distribución de las precipitaciones a lo largo del año y las morfologías de los valles que ellos forman difieren mucho entre sí.

El drenaje de la red hidrográfica está organizado en dos cuencas principales, la atlántica y la mediterránea. La primera es la más extensa y a ella pertenecen las cuencas de los ríos Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir. El Duero, que es poco caudaloso y acusa una gran sequía de julio a octubre, posee la mayor cuenca de la Península (93.675 km2) y es el tercero por su longitud (913 km). Nace en el Sistema Ibérico y, tras pasar por las áridas comarcas de Soria, atraviesa tierras de Burgos, Valladolid y Zamora, para desembocar en las costas portuguesas del Atlántico.

Los afluentes que el Duero recibe sobre su margen derecha son caudalosos, debido a que proceden de la Cordillera Cantábrica (Pisuerga, Valderaduey, Esla); los que recibe en su margen izquierda le aportan menos cantidad de agua (Trabancos, Tormes, Adaja).

Río Tajo, el más largo de la Península Ibérica, a su salida de la presa cacereña de Alcántara

El Tajo es el río de mayor longitud de la Península Ibérica (1.120 km, de los que 910 pertenecen al suelo español). Nace en el Sistema Ibérico (Montes Universales) y al penetrar en la Meseta corre por una fosa tectónica, donde recibe a sus principales afluentes: el Jarama, el Guadarrama y el Alberche, por la derecha, y el Algodor y el Guadiela, por la izquierda.

Las lagunas de Ruidera, en La Mancha, punto de origen del río Guadiana

Ya en tierras extremeñas, el Tajo dibuja un valle más angosto y recibe las aguas del Tiétar y el Alagón, por la derecha, y del Almonte y el Salor, por la izquierda. Desemboca en el Atlántico sobre la capital portuguesa, Lisboa. El Guadiana (578 km de longitud) avena, junto con el Tajo, la Meseta meridional. Este río, que es el de régimen más estepario entre los grandes ríos españoles, tiene su origen en La Mancha, en las lagunas de Ruidera. A poco de nacer, sus aguas se filtran en los terrenos calizos y reaparecen en el punto conocido como Ojos del Guadiana. En su curso superior recibe a sus principales afluentes: el Záncara y el Cigüela, por la derecha, y el Jabalón y el Zújar, por la izquierda. Tras servir de línea fronteriza con Portugal, el Guadiana desemboca en el golfo de Cádiz, en Ayamonte (Huelva).

El Guadalquivir, principal río de la cuenca suratlántica y denominado antiguamente Betis, recorre 560 km y tiene su origen en la sierra de Cazorla. En su margen derecha recibe las aguas de los ríos Guadalimar, Jándula y Guadiato; a su orilla izquierda llegan los afluentes que proceden de las cordilleras Béticas y que son ríos más caudalosos (Guadiana Menor, Guadajoz y Genil). Después de cruzar Sevilla, el Guadalquivir forma meandros por una región de pantanos y desemboca en el golfo de Cádiz, por Sanlúcar de Barrameda. Los ríos de la cuenca noratlántica poseen un caudal abundante y regular, pero son cortos e impetuosos. Entre las corrientes fluviales cantábricas más importantes están el Nalón, con 129 km de longitud, el Nervión, el Bidasoa y el Navia.

El Miño es el río gallego por excelencia, tanto por su longitud,  como por su aprovechamiento energético y curso navegable en gran parte

En Galicia, los ríos tienen un curso menos accidentado y forman, en sus desembocaduras sobre el Atlántico, amplias y profundas rías. El río gallego por excelencia es el Miño (310 km), que constituye una excepción por su longitud en la región; nace en Lugo, en una zona de abundantes lluvias, y su principal afluente es el Sil. El caudal regular y el valle encajado que posee el Miño son los dos elementos que permiten su aprovechamiento para la producción de energía, y, por otra parte, un buen trecho de su curso es navegable.

La vertiente mediterránea es de caudal débil e irregular y sus ríos son generalmente de poca longitud. Muchas de las corrientes fluviales que integran esta cuenca sólo llevan agua en las épocas de lluvia, durante las cuales pueden provocar, incluso, inundaciones. Esta vertiente incluye los ríos de la cuenca meridional o mediterránea, los levantinos, la cuenca del Ebro y los de la vertiente catalana. La cuenca meridional, originada por la salida meridional del sistema Penibético, está integrada por ríos de régimen irregular, entre los que destacan el Almanzora, el Almería, el Guadalfeo, el Guadalhorce y el Guadiario. Los ríos levantinos, que componen la vertiente formada en el flanco SE de la Meseta, son cortos y de caudal irregular; sin embargo, estas corrientes tienen gran importancia para el regadío de la zona, a pesar de sus enormes crecidas y prolongadas sequías.

Los principales ríos levantinos son el Turia, el Júcar y el Segura; éste último recibe al Mundo y el Sangonera como afluentes. El Ebro, que es el río más caudaloso de la Península (615 m3/seg. en Tortosa), tiene un gran volumen de agua debido a su origen en tierras oceánicas bien regadas. Tras su nacimiento, en Fontibre (Cordillera Cantábrica), discurre por la depresión que lleva su nombre. A partir de Miranda, el Ebro se ensancha hasta penetrar en la llanura aragonesa y desemboca, ya en tierras catalanas, en un amplio delta que penetra unos 30 km en el mar. Sus afluentes más importantes proceden de la depresión vasca y del Pirineo: Jalón, Jiloca, Huerva, Aguasvivas, Guadalope, Ega, Aragón, Gállego y Segre, éste con una amplia cuenca por la que discurren sus afluentes el Cinca, el Noguera Pallaresa y el Noguera Ribagorzana. El régimen del Ebro está determinado por las lluvias que recibe en su curso superior y también por los afluentes pirenaicos. Sus aguas y las de sus afluentes están muy aprovechadas, ya que en su recorrido se han construido numerosos embalses destinados a la producción de energía y al regadío.

Los ríos de la vertiente catalana, que se extienden sobre las tierras comprendidas entre el Pirineo y el delta del Ebro, son cortos y con un curso áspero. Las principales corrientes de esta breve vertiente son los ríos Ter y Llobregat, cuyas aguas son aprovechadas para la producción de energía eléctrica y para el regadío. El territorio español carece prácticamente de lagos, porque, en realidad, las acumulaciones de aguas continentales que reciben tal denominación en España sólo merecen la de lagunas. La mayoría de ellas son esteparias; destacan las lagunas de Gallocanta (situada entre Zaragoza, Teruel y Guadalajara), las de Villafáfila y Tapioles (en la estepa zamorana), las de Taray, Grande, Yeguas y Ruidera (en La Mancha). Existen también varias lagunas de origen glaciar: la de San Martín de Castañeda o de Sanabria (en Zamora), la de Carucedo (en León), la de Antela (en Orense). Finalmente, cabe mencionar la laguna de la Janda (en Cádiz), que es de origen tectónico.

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