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Geografía física (continuación)

a diversidad del relieve y el clima españoles ha permitido el surgimiento a lo largo del tiempo de un variado y rico espectro de especies vegetales. Esa amplia gama comprende unas 7.000 clases de plantas, árboles y arbustos, muchas de las cuales son de origen europeo o africano y un número importante son endémicas.

La franja norte presenta un clima atlántico, abundando los bosques de robles y otras especies variadas

Siguiendo el recorrido del relieve y el clima, la flora hispana está distribuida, de un modo general, entre la región húmeda del N, que va desde el Prepirineo hasta la costa occidental de Galicia, y la región seca del S, que alcanza la costa mediterránea. En medio de ambas se extiende la franja central, que permite la transición de un paisaje a otro.

Toda la región N del territorio español se caracteriza por la vegetación arbórea de tipo centroeuropeo. Si se parte desde las costas occidentales gallegas en dirección a la frontera con Francia, las especies que se pueden encontrar a lo largo de la región cantábrica son típicas del clima atlántico presente en toda esta franja, como robles (roble negral, roble común), castaños, olmos, arces, fresnos y abedules. A medida que la altitud del relieve aumenta, estas especies pasan a ser sustituidas por las hayas, árboles fagáceos cuya madera es ligera y muy resistente. En el sotobosque abundan también los helechos, los brezos y los tojos, arbustos papilionáceos con flores perfumadas y semillas venenosas.

Al llegar al Pirineo el paisaje se transforma, aunque la presencia del roble común se mantiene en la región navarra. En las altitudes intermedias del Pirineo aragonés y catalán aparece el quejigo, un árbol de tronco grueso que da bellotas parecidas a las del roble. Cuando se sobrepasan los 1 200 m de altitud de la cadena montañosa que separa a España de Francia, los pinos silvestres se adueñan del suelo para dar paso, más allá de los 1 700 m, a los pinos negros.

En la franja central del territorio español, que comprende las dos mesetas y la depresión del Ebro, predominan los bosques mixtos formados por variadas especies, entre las que sobresalen los chopos, los robles y los fresnos; también destacan allí los matorrales de espliego, romero, tomillo, mejorana y esparto. En el S de Galicia y en Extremadura existen importantes aglomeraciones de alcornoques y en algunas zonas de la depresión del Ebro han crecido claros bosques de enebros y sabinas (también llamadas cedro de España).

La encina es en la zona centro la representación típica del clima Mediterráneo, hoy en día generalmente repartidas de forma aislada sobre terrenos que en otras épocas constituían extensos encinares

La encina es el árbol por excelencia del centro del territorio español; esta especie, muy apreciada por su madera, utilizada en carpintería y ebanistería, ha tenido que soportar el avance de los pinares, sobre todo del pino piñonero. Es típica del clima mediterráneo, como el alcornoque y otras especies, y que en España se ha adaptado a una larga sequía estival; es común observar en la zona centro una vegetación de ejemplares aislados, representantes de lo que fue en otros tiempos extensos encinares.

En tierras más áridas, la encina deja paso a una forma vegetal similar a ella, pero más pequeña, el carrascal. En el S, donde la presencia de las diferentes especies es irregular, las clases más frecuentes son aquellas que se adaptan al clima de escasa pluviosidad y a las altas temperaturas estivales. Sobre las costas mediterráneas la vegetación está constituida por alcornoques, algarrobos, encinas, almendros, pinos, higueras, granados y matorrales de palmito, tomillo, romero y adelfa. En las montañas mediterráneas existen algunas zonas húmedas en las que crece un tipo de pino muy especial, el pino laricio.

La composición de la flora española ha sufrido importantes cambios como consecuencia de las actividades agrícolas y pastoriles y también por el creciente cultivo de especies de más rápido crecimiento. La introducción del eucalipto, que se caracteriza por alcanzar gran altitud en poco tiempo, ha provocado la degradación del suelo en amplias zonas de Girona y Huelva. La ganadería también ha contribuido a mermar la amplia riqueza vegetal española, sobre todo en las áreas de cría extensiva de ganado lanar. Por otro lado, las lluvias irregulares y las prácticas inapropiadas de cultivo son dos factores que colaboran en el agravamiento del problema de la erosión del suelo y la creciente desertización.

En España existe un importante número de parques nacionales que albergan considerables reservas de flora y fauna autóctonas. Los principales parques nacionales son: Aigües Tortes y Lago de San Mauricio (provincia de Lleida); Caldera de Taburiente (isla de La Palma, Canarias); Cañadas del Teide (isla de Tenerife, Canarias); Coto de Doñana (provincia de Huelva), que es el más grande de Europa y ocupa unos 500 km2; Garajonay (isla de La Gomera, Canarias), designado Patrimonio de la Humanidad; Las Tablas de Daimiel (provincia de Ciudad Real); Macizo del Fuego o de Timanfaya (isla de Lanzarote, Canarias); Montaña de Covadonga (Asturias y León), fue el primero que se creó oficialmente, en 1918; Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Pirineo aragonés).

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