GEOGRAFÍA - PAÍSES: Kirguizistán - 2ª parte
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Geografía

PAÍSES

Kirguizistán (o Kirguistán) - 2ª parte


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Historia

rotagonistas de una historia marcada por los enfrentamientos y la interacción entre los grupos nómadas, los agricultores sedentarios y los diferentes invasores, los kirguizos se establecieron al sur de los montes Tienshan alrededor del siglo X. Posteriormente sufrieron la dominación de los turcos y los mongoles, hasta que en 1758 pasaron a integrarse nominalmente a China. Pero este país supo respetar las costumbres y el estilo de vida independiente de los kirguizos, que un siglo después serían absorbidos por el Imperio Ruso.

A pesar de las dificultades inherentes a toda dominación extranjera, el islamismo, que había sido introducido por los árabes siglos atrás prosiguió su expansión. Tras la revolución de octubre de 1917, el país se vio sumido en una cruenta guerra civil donde los grupos armados locales, conocidos con el nombre de basmachi, se enfrentaron por un lado a las facciones del Ejército Rojo y por otro a las del Ejército Blanco, integrado por rusos defensores del régimen zarista. Finalmente, en 1919, se impuso el sistema soviético y el país, secularmente atrasado e inculto, vivió desde entonces un acelerado proceso de transformación que incluyó los aspectos sociales, educativos y culturales. La reforma del régimen de propiedad de la tierra, a finales de los años veinte, hizo que muchos pastores abandonaran su estilo de vida nómada para sedentarizarse. En la década siguiente, la puesta en marcha del programa de colectivización agraria generó una profunda resistencia entre la población y terminó por reavivar el casi extinguido movimiento basmachi.

El territorio kirguizo, que había sido integrado en la República Federativa Socialista Soviética de Rusia, en 1936 adquirió el rango de República Socialista Soviética de Kirguistán. Algunos de los dirigentes locales del Partido Comunista de Kirguistán (PCK) intentaron por aquellas fechas dar un mayor peso en el gobierno de la República a los nativos, pero ello les valió la acusación de nacionalismo y en su mayoría sufrieron el destierro o la expulsión de las filas del partido. El islamismo fue duramente perseguido como enemigo del progreso y del socialismo. Después de la Segunda Guerra Mundial, los colonos, funcionarios, técnicos y militares europeos, que ya formaban una parte importante de la población durante la época de los zares, incrementaron su número de manera decisiva. A ello se añadió la emigración forzosa de los alemanes del Volga, deportados por Stalin. Pero ni la fuerte inmigración ni la represión contra el nacionalismo kirguizo redundaron en la desaparición de la cultura nacional, y ya en los años sesenta y setenta las tensiones con el poder central soviético siguieron en aumento.

Con la llegada de Mijail Gorbachov al Gobierno de la Unión Soviética, las reformas impulsadas por la perestroika dieron como resultado en Kirguistán la destitución del secretario del PCK, Turdakan Usubaliyev, acusado de corrupción y nepotismo, y su reemplazo por Absamat Masaliyev. Pero el nuevo secretario general no tardó en caer en los mismos errores de su antecesor. Situado en la línea más conservadora, se opuso a la formación de grupos políticos no oficiales, por lo que su gestión fue cada vez más criticada por la prensa, que acababa de inaugurar la nueva etapa de la glasnost. Entre la población de origen kirguizo y uzbeco comenzó a hacerse evidente un sentimiento antirruso y antioccidental, acompañado de un claro resurgimiento del islamismo, impulsado por la relevancia de la ciudad de Osh, considerada por los mahometanos como la «segunda Meca».

A pesar de las prohibiciones, en 1989 comenzaron a surgir algunas organizaciones de opositores, decididos a operar un cambio y a revertir la crisis generada por el deterioro de las instituciones. Entre ellos, destacaron dos grupos: el Ashar, tolerado por las autoridades y con un papel político catalizador de las reivindicaciones democráticas, y el Osh Aymaghi, con una mayor inserción entre la minoría uzbeca. La región fronteriza de Osh y su ciudad homónima habían sido incorporadas a Kirguistán en 1924, a pesar de que los uzbecos eran mayoría en este territorio y reclamaban su pertenencia a la vecina república de Uzbequistán. Las tensiones entre uzbecos y kirguizos, que durante décadas se habían mantenido en estado latente, emergieron con fuerza ante los nuevos vientos políticos. Así, en junio de 1990 estallaron los enfrentamientos en la ciudad de Osh, con el resultado de 230 muertos, según cifras oficiales, lo que ocasionó el establecimiento del estado de emergencia y el cierre de la frontera con Uzbequistán. En febrero de ese año se habían celebrado elecciones al Soviet Supremo de la República según el tradicional estilo de partido único, y Masaliyev había sido reelegido en el cargo. Pero su actitud poco resuelta de cara a los enfrentamientos de Osh le acarreó un desprestigio creciente, agravado por la profundización de la crisis social y económica. La situación redundó en el afianzamiento del Movimiento Democrático de Kirguistán (MDK) y de su líder, el liberal Askar Akayev, presidente hasta entonces de la Academia de Ciencias del país, quien fue elegido presidente del Soviet Supremo. Aliado con los políticos y economistas partidarios de las reformas, Akayev pudo neutralizar la oposición del PCK. Desde ese momento, Kirguistán apostó por profundizar la política de la perestroika, y ya en diciembre de 1990 el país se declaró soberano. Al mismo tiempo se abandonó el nombre de República Socialista Soviética y la capital dejó de llamarse Frunze --nombre del comandante del Ejército Rojo que conquistó gran parte de Asia central durante la guerra civil- para recuperar su antigua designación de Bishkek.

Durante el golpe de Estado de Moscú, en agosto del año siguiente, Kirguistán fue la primera república centroasiática que condenó abiertamente a los militares involucionistas y prestó un apoyo incondicional al líder ruso Boris Yeltsin. Una vez fracasada la intentona, el PCK fue suspendido por decreto y el Soviet Supremo declaró la total independencia de la U.R.S.S. Elegido presidente con el 95 % de los votos en las elecciones de octubre de 1991, Akayev impulsó un ambicioso programa de transformaciones económicas orientadas por el liberalismo para hacer frente al fracaso del sistema de planificación y al atasco económico. Con este objetivo se puso en marcha la reforma del régimen de propiedad de la tierra y dio comienzo un vasto plan de privatizaciones, que ha encontrado fuertes resistencias entre los sectores conservadores. Integrado desde diciembre de 1991 en la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y en las Naciones Unidas desde el 2 de marzo de 1992, el nuevo Estado se dispuso a profundizar los cambios hacia la economía de mercado y se declaró dispuesto a establecer su propia moneda. Partidario de un islamismo moderado y moderno, Akayev ha ahondado los vínculos con Turquía, como modelo de país islámico. En mayo 1993 Kirguistán implantó su propia moneda, el Som, con la oposición de Uzbekistán y Kazakistán que suspendieron el comercio, con el país vecino. Era el primer país de la CEI en salir de la disciplina del rublo, aunque no favoreció su economía.

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