La cabeza en la Luna

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© UNESCO/R. Lesage
Armstrong, E. Aldrin y M. Collins, astronautas de la misión espacial Apolo 11, fueron recibidos en la UNESCO el 8 de octubre de 1969.

La misión Apollo 11 y los descubrimientos de Galileo de quienes celebramos este año el cuadragésimo y el cuarto centenario respectivamente, confirmaron las observaciones efectuadas, a simple vista, por el sabio árabe Alhazen, hace cerca de mil años. Trayectoria de un hombre que, anticipándose a su época, determinará el porvenir de la astronomía.

Millones de personas retuvieron su aliento el 20 de julio de 1969 cuando el módulo lunar estadounidense se posó en el Mar de la Tranquilidad sin causar sin embargo la menor salpicadura. No hay que fiarse del nombre pues ese mar no contiene una sola gota de agua. En realidad se trata de una superficie recubierta de rocas volcánicas que fluyeron bajo forma de lava hace de esto unos tres a cuatro millardos de años. Su insólito nombre se debe a una teoría difundida antiguamente por la cual se intentaba explicar el aspecto de la Luna visto desde la Tierra. Recordemos que el artista y sabio italiano Leonardo de Vinci escribía en su Codex Leicester [hacia 1508-1510]: “La parte luminosa de la Luna es el agua que agitan los vientos”.

Hoy, que celebramos el cuarto centenario de las primeras observaciones del Universo con la luneta astronómica efectuadas por el astrónomo italiano Galileo, sería interesante recordar los descubrimiento que a simple vista realizó un sabio oriundo de Basora, Ibn Haitham, más conocido como Alhazen, que vivió en El Cairo hace unos mil años. Es a Alhazen, considerado padre de la óptica moderna, a quien debemos la explicación de la naturaleza de las manchas oscuras que esmaltan la superficie lunar.

Las manchas entreabren su misterio

Lune02_250.bmpDesde la Antigüedad y durante milenios, ese fenómeno fue fuente de todo tipo de especulaciones y alimentó numerosas teorías, unas más extravagantes que otras.
En su obra Las huellas en la faz de la Luna, Alhazen estudia por lo menos una media docena de ellas demostrando que ninguna propone una hipótesis que pueda ser confirmada por la observación. Examina cada teoría tomando por base observaciones fundamentales, especialmente el hecho de que dichas manchas en términos de posición, tamaño, forma y oscuridad, ofrecen siempre la misma apariencia.

Alhazen por ejemplo rechaza la teoría que sostiene que las manchas estarían formadas por la imagen de los océanos y las montañas de la Tierra reflejadas sobre la superficie lisa de la Luna. Basándose en la ley de la reflexión, el sabio demuestra que el cambio de posición de la Luna en relación a un observador terrestre implica que esas imágenes deberían cambiar con el tiempo, cosa que evidentemente no ocurre.

Apoyándose en argumentos similares invalida otras dos teorías. La primera postula que las manchas son sombras proyectadas por elementos del relieve lunar tales como montañas o cráteres. Aquí, Alhazen afirma que en razón de los cambios de posición de la Luna en relación al Sol, la ubicación de las sombras debería también cambiar con el tiempo, cosa que allí tampoco corresponde a cuanto puede observarse. La segunda teoría afirma que las manchas oscuras están causadas por vapores situados en permanencia entre la Tierra y la Luna. Alhazen rechaza esta hipótesis: admitiendo que esta teoría fuera exacta, el observador terrestre, según el lugar donde se encontrara, dice, discerniría los vapores en diversos sitios del astro, -¡incluso fuera de la propia Luna!-.

Los eclipses solares, que de alguna manera son una suerte de laboratorio para físicos y astrónomos, permiten a Alhazen desechar otra teoría excéntrica por la cual las manchas oscuras representarían regiones transparentes del astro lunar. De admitirse tal teoría, ¿por qué la luz del Sol no atraviesa esas regiones durante un eclipse solar ? pregunta Alhazen.

Para él la luz de la Luna puede ser explicada sólo por medio del fenómeno de la reflexión difusa, es decir del reflejo sobre una superficie irregular. Alhazen añade que la Luna no refleja la luz de ninguna otra manera. Su conclusión es que las manchas oscuras se deben al hecho de que las superficies en cuestión están cubiertas de una materia que, debido a las propiedades ópticas diferentes del resto de la superficie lunar, reflejan simplemente menos luz.

Cita en la Luna

lune03_250.jpgCon independencia de sus observaciones a simple vista y sus deducciones lógicas, Alhazen inaugura en su obra principal Tratado de óptica, publicado probablemente hacia 1020, el estudio de las propiedades visuales en relación con los lentes de aumento. Esta nueva comprensión de los lentes, fundada en la geometría y la experimentación, inspira el arte de los ópticos holandeses quienes, ubicando un lente frente a otro, inventaron la luneta astronómica, permitiendo a Galileo revolucionar la astronomía.

Es en diciembre de 1609 que éste, aventurándose en lo ignoto, apunta hacia la Luna su telescopio que aumenta veinte veces el tamaño de las cosas. Así, consiguió entrever montañas, cráteres y lo que tomó por mares. Gracias a las muestras lunares recogidas durante las misiones Apollo [entre 1966-1972], y en menor medida por los robots rusos del programa Luna [entre 1958-1976], hoy día sabemos que los “mares lunares” están recubiertos de rocas oscuras basálticas, cosa que corrobora las conclusiones de Alhazen respecto de la composición de nuestra vecina más cercana.

Los nombres de ambos astrónomos quedaron inmortalizados en la superficie de la Luna: un cráter lunar fue bautizado Galilei para rendir homenaje a los descubrimientos del italiano y otro, Alhazen, para honrar los del árabe.

¿Proyectos internacionales como el Año Mundial de la Astronomía (AMA2009) inspirarán los próximos grandes avances en la materia? Pronto, el cielo entero estará explorado de continuo y en varias bandas de frecuencia por telescopios espaciales o terrestres que producirán teraoctetos de datos en serie. En los próximos cuarenta años, para no mencionar los cuatrocientos que sin duda seguirán, podremos muy bien asistir a una nueva revolución mayor en el ámbito de la astronomía.

Hatim Salih investigador sudanés en cálculo cuántico, miembro de la York Astronomical Society (Gran Bretaña).

Foto 2 : © NASA
¿Se han preguntado alguna vez a qué se deben las manchas oscuras en la superficie de la Luna?
Foto 3 : © Biblioteca Nazionale Centrale (Florence)
Al observar la luna con su nuevo telescopio, Galileo pudo discernir montañas y cráteres, así como manchas oscuras que creyó que eran mares.

 Información procedente de la UNESCO
Más información en la web de la Institución –>
Aquí

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