INVENTOS E INVENTORES: Inventos que cambiaron el mundo: Tres inventos revolucionarios - 1ª parte
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Inventos e inventores

INVENTOS QUE CAMBIARON EL MUNDO

Fuente: Simon Usborne

Tres inventos revolucionarios - 1ª parte


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Introducción

letra capitular El filósofo Francis Bacon habla de tres inventos medievales que transformaron profundamente Europa: la imprenta, la pólvora y la brújula. Todos ellos fueron descubiertos en China, siglos antes de que aparecieran en el Viejo Mundo europeo. A éstos se pueden agregar innumerables inventos decisivos e influyentes en el devenir de la humanidad.

Para hablar de la imprenta hay que hablar antes del papel. Según la tradición, el primero en fabricar papel, en el año 105, fue Cai Lun (o Tsai-lun), un eunuco de la corte Han oriental que presentó al emperador chino Hedi (o Ho Ti) el primer trozo de papel de la Historia. El primer material empleado para fabricarlo fue probablemente la corteza de morera.

Los chinos aprendieron a producir papel utilizando fibras de bambú, paja de arroz o desechos de tela vieja, que mezclaban con agua y alguna sustancia pegajosa hasta formar una pasta muy fina. Después ponían la pasta a secar formando láminas delgadas colocadas en un bastidor. El producto obtenido era uniforme, liso y mucho más barato que el pergamino, usado en Europa para escribir y que se fabricaba con pieles de animales. El papel no sólo servía para escribir, sino que también se usaba en los muros de las casas como empaque.

El papel más antiguo conservado se fabricó con trapos alrededor del año 150. Durante unos 500 años, el arte de la fabricación de papel estuvo limitado a China; en el año 610 se introdujo en Japón, alrededor del 750 en Asia central. El papel apareció en Egipto alrededor del año 800, pero no se fabricó allí hasta el 900. A Europa llegó más tarde, hasta ese momento se utilizaba el pergamino elaborado con pieles de animales.

Una de las aplicaciones del papel fue el «billete», usado por el gobierno para expedir el pago de impuestos y por los mercaderes como «certificado de cambio». Recibía el nombre de «papel volante» por lo fácil que el viento lo arrancaba de las manos de cualquiera. Cuando Marco Polo llega a China hace alusión al dinero. Explica que el Gran Khan hacía fabricar tan enorme cantidad de moneda que podía pagar todos los tesoros del mundo sin que nada le costara, pues su moneda consistía simplemente en unas hojas de papel elaborado con corteza de morera en las que se imprimía un sello.

Explica que tales billetes eran de uso forzoso, no pudiéndose utilizar otra moneda en las tierras del Gran Khan. Su falsificación estaba castigada con la muerte del falsificador y de sus descendientes hasta la cuarta generación. Este tipo de moneda resultaba muy cómodo porque su peso ligero facilitaba su transporte. En realidad estos billetes no eran una creación de Kublai Khan, sino que se habían usado en China desde hacía siglos. Lo que Marco Polo nunca comprendió fue que ni siquiera el soberano más poderoso del mundo podía evitar la consecuencia de toda emisión excesiva de moneda: su depreciación, es decir, lo que hoy entendemos por inflación.

La imprenta de tipos móviles

La primera imprenta, que se utilizó para difundir textos confucianistas y budistas, surgió hacia el siglo II a. C. y el primer libro como tal que se conoce apareció impreso hacia el año 868. Se trata del Sutra del diamante. El Tripitaka, otro texto budista, que alcanzaba las 130.000 páginas, fue impreso en el año 972. Por supuesto, imprimir libros a partir de bloques reutilizables resultaba más rápido y cómodo que tener que escribir las distintas copias del libro a mano, pero se necesitaba mucho tiempo para grabar cada bloque, y sólo se podía utilizar para una sola obra. Es cuando, en el siglo XI, los chinos inventaron también la impresión a partir de bloques móviles, que podían ensamblarse y desensamblarse entre sí para componer distintas obras.

Los tipos móviles fueron introducidos por un hombre de biografía interesante, casi legendario, llamado Bi Sheng, que talló caracteres individuales en pequeños trozos de arcilla de idéntico tamaño hacia 1041-1048. Sin embargo, aunque el sistema era más rápido labrando los trozos de madera por separado, hicieron muy poco uso de este invento, debido a que el enorme número de caracteres (kanji o ideogramas) del chino —unos 7.000— hacía prácticamente inabordable su utilización.

Sutra del diamante
Sutra del diamante

La gran epidemia de peste y la guerra de los Cien Años interrumpieron el avance científico durante más de un siglo en Europa. La peste negra fue una de las peores catástrofes de la Historia en vidas humanas y en retraso tecnológico, pero en medio del horror hubo una aplicación positiva y práctica. Con las ropas de los muertos, sus manteles y sus juegos de cama, que eran desechados por miedo al contagio, pudo fabricarse mucho papel de trapo, lo que provocó que Gutenberg le buscara el lado positivo a ese excedente.

Y así nació la imprenta en Europa, sin saber que 400 años antes ya la habían inventado los chinos, y así surgió la primera obra: la Biblia de Maguncia, de 1452, que fue la causa de su ruina. Gutenberg hubo de entregar el negocio a sus acreedores y desapareció de la Historia por no haber tomado la precaución de dejar su nombre impreso en sus libros.

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