GEOGRAFÍA - PAÍSES: Italia - 4ª parte
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Geografía

PAÍSES

Italia - 4ª parte


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Geografía económica

letra capitular El actual modelo italiano de desarrollo arranca de la reconstrucción de post guerra, período que estuvo caracterizado por las ayudas del Plan Marshall y por la potenciación de las bases económicas más importantes del país, que eran, por un lado, una mano de obra barata y abundante, y por el otro una importante tradición industrial y comercial centrada sobre todo al N del país. Las subvenciones e intervenciones (tanto estatales como extranjeras), el enorme esfuerzo infraestructural hecho en aquellos años, la lucha férrea contra la inflación, así como el nacimiento de la CEE en 1957 (con Italia como único socio del S de Europa), consiguieron finalmente crear el país que hoy se conoce, una Italia que, aunque no exenta de graves problemas, salió del subdesarrollo y se irguió como un país rico, desarrollado y que ha conseguido (por primera vez a partir de los años 70) retener y dar un nivel de vida considerable a su amplia población.

Las bases de la economía italiana de los últimos decenios son, en primer lugar, una agricultura mediterránea frutícola y hortícola que, superados ya los niveles de subsistencia de tiempos pasados, es hoy productiva y exportadora hacia unos mercados europeos en los que Italia no tuvo competidores durante décadas --el país produce y exporta cítricos, vinos, aceite de oliva, tomates y frutas varias (a las que se adapta según los mercados, en un claro ejemplo de gestión moderna)--; además, posee cereales, como trigo y maíz (este último muy centrado y expandido en el fértil valle del Po). El subsuelo italiano no está, no obstante, favorecido con riquezas y recursos minerales o energéticos de importancia.

A lo largo de su historia Italia tan sólo ha producido y exportado con beneficio mercurio, azufre, sales y mármol (de Carrara). El importante déficit energético por la falta absoluta de cantidades suficientes de carbón o petróleo se solventó, ya desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con el aprovechamiento de los ricos yacimientos de gas natural encontrados en la llanura Padana y con otros más recientes del Adriático y Sicilia. Otro importante recurso energético para Italia es el productivo aprovechamiento hidroeléctrico que se realiza, ya desde hace décadas, en las regiones alpinas del N gracias a las excelentes condiciones orográficas y a la abundancia de agua. El país posee, además, una tecnología aplicada y experimental muy avanzada en el campo de las energías geotérmica y solar.

Como recurso importante para Italia cabe destacar al sector turístico que, con 20 millones de visitantes por año, es uno de los mayores del mundo gracias al atractivo patrimonio histórico, artístico y cultural que posee el país, además de costas y montañas de gran interés lúdico-recreativo. Pero son la industria, el comercio y las actividades terciarias avanzadas como el diseño, el arte, la gestión o las finanzas, las que hacen de Italia un país tan rico, desarrollado y capaz de presentar las espectaculares cifras que arroja dentro del panorama económico internacional; posee el quinto PNB más alto del mundo, situándose únicamente por detrás de cuatro grandes potencias industriales, como son E.U.A., Alemania, Japón y Francia, y estando incluso por delante de Gran Bretaña, a la que Italia avanzó ya, en producción industrial y renta, en 1986, año en que el país pasó a formar parte del exclusivo G-7, grupo de elite de los países más industrializados del mundo desarrollado.

La industria italiana está extremadamente concentrada en la red urbana del N, única área donde encontró las hoy ya clásicas condiciones necesarias para el histórico arranque industrial a partir del sector textil. La industria y la capacidad productiva italiana actuales se desarrollan ya por muchos y muy amplios sectores de actividad, ofreciendo, demandando y produciendo todos los bienes y servicios necesarios para una sociedad moderna y avanzada. Italia domina y se inserta en casi todos los mercados, puesto que sabe ofrecer tanto productos competitivos de rápido consumo y bajo precio, como exclusivas piezas de lujo de reconocido prestigio internacional.

El país posee inmejorables condiciones en sectores tan claves para él como son la moda o el automóvil, de los que Italia domina importantes partes del comercio mundial. Otra característica es la expansión en todos los sentidos que ofrece, como pocas, la industria italiana. Esta expansión es tanto vertical como en paralelo; así, algunas de las grandes firmas automovilísticas controlan tanto a las metalúrgicas y siderúrgicas, como a fábricas de complementos plásticos o de aceites del motor, e incluso a las concesionarias y aseguradoras (expansión vertical); en sectores paralelos, se imbrican en el mundo de la maquinaria agrícola, las motocicletas e incluso de los motores navales. Este mismo fenómeno se observa fácilmente también en el sector de la moda, donde algunas firmas de diseñadores poseen desde las compañías importadoras de algodón y lino, hasta las redes de distribución internacional al detalle (en tiendas propias), pasando por las fábricas de hilados y telas (expansión vertical); en su expansión paralela, estas marcas de renombre invaden los sectores de cosmética, decoración e interiorismo. Esta gran capacidad italiana, ejemplificada aquí en estos dos sectores, se basa en poseer unas estructuras productivas, empresariales y profesionales muy competitivas y bien preparadas en un mercado ya integrado desde hace décadas en los difíciles y exigentes mercados europeos.

Italia posee además una incomparable y activa plataforma financiera apoyada en el centralismo y poder decisivo de ciertos lobbies a nivel continental, concentrados en plazas y bolsas italianas que, como Milán y Turín, son punto obligado de referencia e inversión para los sectores punta que allí se controlan. Turín es la capital europea del automóvil y la Bolsa de Milán, primer centro comercial italiano, se ha convertido en una de las mayores del continente. El N de Italia es, pues, una realidad económica potente, consolidada y en expansión; produce de todo y en todos los niveles y sectores conocidos. Es una región moderna, industrial y dinámica que goza de importantes infraestructuras viarias y de buenas comunicaciones en general, viviendo una frenética y constante actividad económica y transformadora. El país ha experimentado así la revolución tecnológica y terciaria, imponiéndose hoy las actividades de gestión, diseño y creatividad que ocupan cada vez a más población. Muchas de estas condiciones son, no obstante, las que se dan en la llamada «primera Italia», el triángulo Turín-Milán-Génova y el valle del Po; la «otra» Italia, la segunda, la forma el ya tradicionalmente deprimido Mezzogiorno, la gran región del S azotada por las mafias, el paro y el subdesarrollo endémico.

La mafia es un poderoso entramado de relaciones e intereses que goza de gran poder económico, político y casi militar, ya que se trata de un contingente belicoso fuertemente armado. La mafia se erige en Italia como un poder alternativo o paralelo a las estructuras legales del propio Estado, pero estando, al mismo tiempo, íntimamente ligada, infiltrada y relacionada con la política, la banca, la industria y el comercio supuestamente «legales», creándose así en el país una compleja y embrollada trama de compromisos, amenazas y fidelidades que afecta y salpica a todas las estructuras públicas y estatales sin distinción (judiciales, parlamentarias, partidos políticos, policía, ayuntamientos...), habiéndose llegado incluso a descubrir conexiones mafiosas con el Vaticano y altos cargos de la República.

La supervivencia de la mafia responde a un código interno de la organización que aborta y aniquila cualquier acción de fuga, descubrimiento o declaración que se realice en su contra. La mafia siciliana posee además importantes conexiones internacionales, sobretodo en E.U.A. y diferentes países de Europa, estando también muy involucrada en las redes internacionales del narcotráfico. En el S de Italia, cuna de la mafia, esta organización domina y controla buena parte de la actividad económica y comercial, instaurando la extorsión e imponiendo tasas e impuestos a industriales y pequeños comerciantes a cambio de protección o no agresión. Estas provincias, azotadas por el paro y la desesperación, encuentran refugio y supervivencia en negocios ocultos y sumergidos controlados por mafias locales (camorra napolitana, mafia calabresa...).

En Italia el valor y la expansión de la economía sumergida es superior a la de cualquier otro país occidental, y se calcula que mueve alrededor de un 15 % del PIB. Las conexiones mafiosas poseen tentáculos que llegan hasta la industria del N y las clases dirigentes de Roma; en la actualidad, se está librando en Italia una lucha sin cuartel contra las actividades ilegales y mafiosas, ya que la UE teme el posible aumento y expansión de la organización por la nueva Europa sin fronteras.

Existe una «tercera Italia económica» aparte de las contrapuestas realidades del N y el S. Esta nueva realidad se caracteriza por la llamada industrialización difusa que se localiza en el centro-N del país y la costa adriática; se trata de pequeñas industrias familiares y locales que trabajan de forma sumergida con un alto grado de especialización y fraccionamiento productivo, y que permiten una gran flexibilidad y adaptación dentro de los cambiantes mercados que poseen ciertos productos manufacturados. En definitiva, Italia es una compleja y única realidad económica y productiva, potente cara al exterior, pero que arrastra importantes problemas económicos y sociales internos.

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