SALUD: Conocer el cerebro: Educación y proceso de evolución cerebral - 2ª parte
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Salud

CONOCER EL CEREBRO

Educación y proceso de evolución cerebral - 2ª parte

Fuente: Extracto de la obra "Conocer el cerebro para la excelencia en la educación"


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Periodos críticos y sensibles

letra capitular En un primer momento, es útil aclarar que no hay unanimidad a la hora de interpretar y definir los períodos críticos y los sensibles (por ejemplo, los psicólogos cognitivos niegan los primeros). Es muy probable que respondan a un mismo proceso neurobiológico y ni los períodos críticos sean tan rígidos como se creía ni los sensibles sólo se den en los primeros años de vida.

Aunque se tenga en cuenta lo anteriormente expuesto y buscando la comprensión de cómo aprende el cerebro, será de utilidad hacer la distinción. Así, se hablará de período crítico cuando se dé un desarrollo masivo de conexiones neuronales orientadas a procesos sensoriales que se dan en el período prenatal y los primeros años de vida, muy relacionados con la supervivencia y que pone las bases para los procesos cognitivos más complejos que se llevarán a cabo posteriormente. El primer año de vida es clave para la estimulación y definición de estos períodos y su fi n es lograr un cableado neuronal estable y básico. Estos períodos críticos se ven poco influenciados por la educación, la enseñanza o el ambiente del sujeto. No se necesitan excesivas repeticiones para generar sinapsis.

Sin embargo, los períodos sensibles son los relacionados con la educación y la enseñanza. Influye el ambiente emocional y social, la motivación, los intereses, …. Son períodos que coinciden con la mejor disponibilidad del cerebro para el cambio y están orientados a los procesos cognitivos complejos (se favorecen las conexiones entre diferentes áreas cerebrales). Entre los 3 y los 16 años aumenta la posibilidad de vivir estos períodos a través de programas educativos que motiven a los niños y jóvenes y que potencien la novedad y la creatividad.

Incidencia de los genes y el entorno en la configuración del cerebro

Determinar el porcentaje de influencia de los genes o del entorno en el desarrollo cerebral es una tarea que no tiene una única respuesta. Por un lado, se encuentran los deterministas genéticos que defienden que el cerebro es capaz de aprender lo que tiene dispuesto por naturaleza y que poco puede hacer el ambiente o la educación por modificar. En el otro extremo, lo deterministas educacionales defienden que el ambiente y la interacción con el medio es lo más influyente en el desarrollo cerebral, de tal manera que un cerebro estimulado puede llegar más lejos que uno desarrollado en un ambiente deprimido, aunque este último tenga un mayor potencial de partida.

Evidentemente las cosas no son así de extremas y existen combinaciones de ambos factores que influyen en el desarrollo cerebral. La mayor incidencia de uno u otro depende de cada persona e influyen multitud de variables.

En líneas generales se puede afirmar que el potencial que posea el cerebro es importante como punto de partida, también lo es respetar y afianzar su propio proceso evolutivo natural (sin intentar saltar etapas en su desarrollo) pero lo es aún más que, sobre ese potencial, se lleve a cabo una estimulación temprana (en los primeros años), proactiva, ordenada, organizada, secuenciada en el tiempo, dentro de un mundo rico en estímulos (un gran potencial cerebral sin un estímulo adecuado se atrofia).

Que esta estimulación se lleve a cabo en los momentos adecuados (ver puntos 2.2 y 2.3) es de suma importancia, pues es importante dar al cerebro en cada momento lo que es capaz de asimilar. Por otro lado, hay que tener en cuenta que una hiperestimulación a lo largo de todo el día y durante períodos extensos de la vida de las personas puede provocar el resultado contrario al que se pretende (se puede llegar incluso a infrautilizar el potencial innato).

Aprendizaje y memoria

En la etapa escolar el cerebro humano está preparado para desarrollar numerosas conexiones, es decir está preparado especialmente para aprender.

La adquisición de un nuevo conocimiento o comportamiento tiene como base la creación de redes neuronales entre diferentes áreas cerebrales. Además, el aprendizaje permite una generación de nuevas neuronas y de nuevas conexiones dendríticas, fruto de la interacción entre la información nueva y la ya asimilada.

El aprendizaje es un proceso dinámico que nos permite adaptarnos al medio y agilizar nuestra toma de decisiones; un buen aprendizaje es aquel que permite potenciar las conexiones neuronales existentes, crear otras nuevas y establecer redes entre ellas, de modo que se configure el sistema formado por el conjunto neuronas y las conexiones entre ellas, que refl eje el aspecto de la realidad objeto del aprendizaje.

Algunos autores afirman que en el momento de aprender algo nuevo es el hemisferio derecho el encargado de hacerlo; una vez que el aprendizaje está consolidado, es el izquierdo el que actúa. No hay aprendizaje sin memoria. Para potenciarla es importante trabajarla e integrarla en las actividades de la vida diaria y cultivarla a lo largo del tiempo. En los primeros años de la vida la novedad de todo aprendizaje hace que se active principalmente el hemisferio derecho, pero posteriormente es el izquierdo el que más se activa. No obstante, como indica el Doctor Francisco Rubia «es mucho más importante «entender» que «memorizar» …personas con gran memoria no tienen por qué ser más inteligentes».

Cualquier aprendizaje necesita tiempo para consolidarse, por lo que es interesante que ante cualquier nuevo contenido se haga un recordatorio de lo anterior, dejando unos minutos de reflexión sobre lo explicado y planteando una situación de «enlentecimiento cerebral» (por ejemplo: la escritura y el recuerdo verbal) para afianzarlo.

Llegados a este punto, es conveniente hacer algunas reflexiones acerca del concepto de «aprender». Por lo general, el hecho de aprender exige memorizar y entender, en distinta medida, dependiendo del objeto del aprendizaje. En ciertas materias, se trata fundamentalmente de memorizar; en otros casos, el llegar a entender constituye el aspecto clave. Además, se pueden considerar también otras cuestiones, como la adquisición de valores, que también constituye cierta forma de aprendizaje.

Por todo ello, para conocer cómo aprende el cerebro es preciso comprender no solamente cómo se memoriza, sino también los procesos que permiten llegar a entender ciertos aspectos de la realidad (tanto física como abstracta) o cómo se generan los modelos mentales asociados a la asunción de valores.

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