DIARIO DEL VIAJE A CHINA: CONCURSO PERCIBIR CHINA-NINGXIA 2013 (3)

12 DE DICIEMBRE

Tras los controles pertinentes se pasa al tren automático que te deja en la zona de recogida de equipajes; tras una media hora de espera, la cinta comienza a “escupir” maletas y cajas de las más variopintas medidas y envoltorios. Por fin aparece la mía [creo que pesa más que cuando la dejé] la recupero, palpo y parece que no se ha roto nada de lo que llevo para la redacción. Enfilo el camino de hormigas que nos dejan en las manos de los aduaneros, aquí me acuerdo del libro que estaba leyendo en esos días y que acabé durante el vuelo: Un día más de vida de Martín Hazan. Unos para la izquierda, otros para la derecha…

Casi de manera imperceptible, esa sensación de vulnerabilidad, de inconsistencia frente al hado del momento. Un simple gesto y te tienes que someter al control personalizado… Gran drama para los viajeros, gran drama para los equipajes. No hay forma de volver a meter todo lo que llevas en ese frágil almacén que es tu maleta… Pero estamos de suerte, frente al desagradable control que experimenté en vuelos anteriores en Helsinki, Beijing es todo amabilidad y, además, automático. No hay que desmontar el equipaje, gigantescos aparatos escanean el contenido y sólo, tras ese control electrónico, a algún que otro viajero le toca abrir el equipaje… ¡Eureka! Ya estoy fuera, la luz verde me permite adentrarme otra vez en la reata de hormigas para llegar a la salida.

Buscas un carro que haga más llevadera la carga, sobre todo porque luego tienes que deambular por unas gigantescas instalaciones que se inauguraron para los Juegos Olímpicos y acabas desmontado. Tras tener el medio de transporte, totalmente ecológico, funciona a base de empujarlo tú mismo. Entonces te enfilas y comienzas a escrutar las centenas de personas que hay esperando ¿dónde está tu nombre? No lo veo por ningún lado, aunque al final encuentro unas siglas más que conocidas CRI y allí está la que será mi “alma cuidadora”. Ingrid también me ha identificado, sorteo los últimos escollos hasta salir a la parte externa, no nos conocemos de nada, pero nos fundimos en un abrazo y lo primero que me ofrece es agua y comida. El líquido elemento es consumido inmediatamente pues, tras más de una hora dando vueltas por la Terminal, desde que te deja el avión, eso es lo que más pide el cuerpo. Me supo a gloria, nada hay mejor que saciar la sed que un trago de agua en su justa temperatura.

Caminábamos hacia el parking cuando su teléfono móvil suena; le comunican que tendríamos que esperar la llegada del ganador norteamericano que tiene anunciada su entrada en Beijing apenas hora y media después. Nos relajamos y esperamos un buen rato hasta que nos indican que ya podemos ir en busca del automóvil [un BUICK última generación, comodísimo e impecable]. ¡Oh, sorpresa! Abandonamos la tibia atmósfera del aeropuerto y sus climatizadores, de golpe y porrazo, tras atravesar uno de tantos cortinajes que colocan en las puertas para guardar la temperatura, el aire polar del aparcamiento te devuelve a la realidad, estás a finales de otoño y el frío es impresionantemente fuerte. El golpe de aire polar te quita el aliento, tras localizar al conductor, éste nos da la bienvenida y nos invita a subir al automóvil, colocamos el equipaje a la espera de que aparezca el ganador estadounidense y su asistente.

Se trata de otro profesor [al parecer el alto nivel de estudios era también una característica del grupo: profesores, doctores, altos funcionarios, periodistas, diplomáticos…] y ello hace que me pregunte el por qué es tan frecuente que en el mundo de los radioescuchas una gran parte de la audiencia de la onda corta sea precisamente de un nivel superior ¿tienen estadísticas las emisoras sobre el origen profesional y el nivel de estudios de sus oyentes?

Recuerdo, viejos tiempos aquellos, que siendo monitor de la BBC en los setenta, esa era una estadística que la emisora te enviaba cada vez que realizaba un muestreo entre la audiencia. Eran tiempos en los que sin tantos inventos, la emisora británica era una consumada entidad donde el prestigio y el buen hacer era su particular sello de identidad; entonces hablaban de 300 millones de oyentes regulares al día; hoy con tantos inventos y medios a disposición del público, esos mismos estudios apenas rebasan los 200 millones, aunque los gastos se dispararon de manera exponencial y la popular BBC ya no es ni la sombra de lo que fue. [¡Cuánto echo de menos ESPAÑA VISTA DESDE EL EXTRANJERO! Un programa de Jorge Marín que sacaba los colores a las autoridades españolas de la época]. Así que ese hecho me da por pensar que los que nos dedicamos al tema de la enseñanza somos realmente una “numerosa prole” en el mundo de la radioescucha o el diexismo. Estaba considerado el mejor embajador de Su Graciosa Majestad y, relativamente económico, en comparación con el costoso servicio diplomático. Hoy, evidentemente, ya no es lo que era y hasta sus periodistas se han hecho famosos por sus meteduras de pata y asuntos poco claros que han acabado dañando a la otrora prestigiosa organización. Claro, también podremos aducir, que ya nada es lo que era pero, sinceramente, es una pena habernos dejado arrebatar tantas cosas sin prácticamente rechistar. En Europa nos seguimos flagelando y vemos como se desmoronan las estructuras que nos llevaron, tras aquella sangría hitleriana, a disfrutar de uno de los períodos más largos de paz y bienestar del continente.

Partimos hacia las instalaciones de la CRI, han pasado las cuatro de la tarde y el viaje parece no acabar, miles, millones de coches se mueven por doquier. No distingo nada que me resulte familiar; la dinámica de la capital china es endiabladamente cambiante y, en poco menos de dos años, descubro que ha pasado un milenio. Seguimos avanzando, pero ni rastro del territorio conocido, aquel que te devuelve al almacén de los recuerdos, finalmente, tras casi dos horas de viaje, distingo el letrero de la estación de metro BABAOSHAN: ya estamos en casa, otra vez. Pero la zona ha cambiado espectacularmente y ahora lo que antes era el final de la ciudad, es simplemente un trozo más de zona urbanizada ¿cuántos kilómetros creció Beijing por este lado? Realmente la vista no me alcanza, gigantescas moles lo inundan todo y lo que antes era terreno agrícola ahora es una inmensa mancha de bloques. De rascacielos que empequeñecen a The Big Apple. Ya estoy en la célebre Shijingshan Road que tanto cuesta transcribir cuando dan la dirección en antena, estamos cerca de la sede de la Radio Internacional de China, la casa de la radiodifusión pública china de alcance mundial.

Tras los lógicos trámites en la recepción, me alojan en los Apartamentos CRI, un gigantesco complejo donde se localiza todo el conglomerado de residencias y servicios para los medios públicos chinos con carácter internacional (por supuesto tienen diversas plataformas) para expandir por todo el globo terráqueo la posición china. Posiblemente, el mejor de los alojamientos que he tenido en China hasta ese momento. Me impacta la grandiosidad, cuento los pasos y me sale un perfecto cuadrado de 10×10 o sea: un apartamento de 100 m² perfectamente equipado. No hay tiempo ni para ir al lavabo, la espera en el aeropuerto se ha llevado por delante el poco espacio de tiempo disponible, apenas me da tiempo a higienizarme y pitando para la recepción donde nos esperan para la cena. Allí conozco a Víctor Luo, el otro ganador de lengua hispana que llegó desde Buenos Aires, es un joven argentino de padres chinos y domina perfectamente el mandarín, le acompaña otro chico, también con perfecto dominio del español simpático, hablador, con iniciativa y amabilidad. Tras las presentaciones pasamos al comedor y unos minutos después aparece Sonia que funge como subdirectora. Iniciamos la cena donde los endiablados palillos son todo un poema para el invitado español, pero vamos, no me acosté sin cenar.

Tras finalizar aparece Esperanza (la directora de la sección española) con su característica sonrisa y su abrazo protector. Se trata de una persona que te hace sentir cómodo, relajado, sumamente simpática y humanamente dicharachera. Me desgrana el viaje que me espera y me deja anonadado. Sin tiempo para pasar  por la redacción y me imagino que mi cara cambió, al final, tras explicarme que partía el 13 hacia Ningxia y que no habría tiempo para nada pues volvíamos en un vuelo pasadas las seis de la tarde, teniendo en cuenta el horario de Qatar Airways, tendría que quedarme en el aeropuerto internacional, realizar los trámites y los cambios de Terminal.

Me explicó que tal vez se podrían conseguir unos minutos tras la ceremonia del día trece y las visitas programadas en Beijing. Así que nos despedimos y al dulce sueño, que el reloj biológico no respeta, a la hora habitual el cuerpo te dice que tienes que levantarte y dejar de dar vueltas en tu cama.

Serán varias horas en las que aprovecho para recolocar el contenido y apilo todo lo que les he traído para la redacción. Tras ese rato de rehacer el equipaje, el sueño no viene y sigo con la lectura, ni por esas. Decido pasar a higienizarme en profundidad y a preparar la bolsa con todo lo que se quedará en la radio y preparo todo lo que viajará al día siguiente al punto final de la aventura. Esperanza me recomendó ir de traje, pero le confieso que, vistas las perspectivas del tiempo, opté por ropa informal y de abrigo [en realidad dentro de los edificios la temperatura es acogedoramente tibia] que da comodidad, pero que descubres después que esa ropa en el interior sólo te provoca una sensación de ahogo… Aunque en la calle estén bajo cero, algo que tendremos ocasión de experimentar en estos días de viaje por Ningxia con temperaturas verdaderamente bajas.

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