GEOGRAFÍA - PAÍSES: Estados Unidos de América - 4ª parte
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Geografía

PAÍSES

Estados Unidos de América - 4ª parte


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Historia: s. XVI al XVIII

letra capitular El continente norteamericano, poblado por grupos de origen desconocido que vivían en un estadio cultural cazador-recolector equivalente al Paleolítico, entró bastante tarde en la historia, en relación con la América Central y Meridional. Los grandes descubrimientos, a partir de los viajes de Colón, ignoraron las tierras al N del golfo de México. Los exploradores españoles que se aventuraron por la Florida, Nuevo México o Arizona se sintieron decepcionados por no encontrar oro y perdieron todo interés.

Las expediciones de sir Walter Raleigh a finales del siglo XVI se enmarcaron en la búsqueda de posiciones ventajosas en la lucha contra España para dominar las rutas marítimas y comerciales. Aunque las costas atlánticas en torno a la desembocadura del Hudson fueron visitadas por pescadores suecos, franceses y holandeses, que establecieron factorías como la de New Amsterdam en la península de Manhattan (1609), el inicio de una verdadera colonización sólo se produjo con la incorporación de Inglaterra a la carrera de conquistas. El primer establecimiento permanente tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XVII: un grupo de comerciantes seguidos por los puritanos del Mayflower constituyeron la más antigua colonia de Nueva Inglaterra, Virginia. A lo largo de ese siglo y el posterior Inglaterra fue eliminando a todos sus competidores, el más encarnizado de los cuales era Francia, y se hizo con el control del litoral atlántico norteamericano. Fueron fundadas 13 colonias con aportes sucesivos de población, formada siempre por fugitivos de la represión política y religiosa en Europa, independientes entre sí aunque con instituciones análogas.

Las colonias del S vivían de la agricultura; se enclavaban en una región semitropical favorable a cultivos complementarios a los de Europa (tabaco, maíz, arroz y algodón), que se trabajaban con mano de obra esclava importada de África. De esta manera los plantadores fueron formando una aristocracia política y financiera. Las colonias del N fueron pobladas por puritanos y otras sectas calvinistas que huían de la persecución de la monarquía inglesa de los Estuardo. Marcados por una férrea intolerancia religiosa, su economía se basaba en el comercio marítimo (ron, melaza, esclavos) y en la artesanía. Entre ambos núcleos se hallaba un tercer grupo de colonias con más mezcla de población, más tolerantes y mundanas, y con dos grandes ciudades: Nueva York y Filadelfia. Todas ellas afrontaban la amenaza de los indios, muy débil, la de la expansión española por el S, y sobre todo la de los franceses por el N.

Las tropas inglesas derrotaron en diversos enfrentamientos a las francesas, pero una vez eliminada la amenaza eran vistas por los colonos como un elemento opresor. Además, la corona quiso resarcirse de los gastos bélicos imponiéndoles unilateralmente nuevos impuestos que los colonos se negaron a pagar, exigiendo su derecho a ser consultados y a ser considerados ciudadanos de pleno derecho. El Parlamento inglés suprimió conciliadoramente todos los impuestos salvo el del té, sin resolver la cuestión de fondo. El 16 de septiembre de 1773 se produjo el célebre incidente que dio comienzo a la Revolución Americana: colonos disfrazados de indios arrojaron al mar una partida de té en Boston. La Guerra de Independencia finalizó con victoria americana gracias al apoyo decisivo de Francia.

El 4 de julio de 1776 el Segundo Congreso Continental adoptó la Declaración de Independencia, redactada por Thomas Jefferson. El sentido de esa declaración y los principios que contenía eran ciertamente revolucionarios: proclamaba la soberanía de la nación, los derechos naturales del individuo y la división y representatividad de los poderes. Tales principios quedaron plasmados en la Constitución de 1787, creadora de un Estado Federal aunque respetando ampliamente la soberanía de cada estado fundador. Era una constitución liberal pero no democrática (no instauraba el sufragio universal y mantenía la esclavitud). Sometida a numerosas reformas, sigue siendo en la actualidad el manantial de la legalidad estadounidense. Se abría un período caracterizado por dos tareas para el nuevo Estado: la expansión hacia el O de los Apalaches, comenzada en 1803 con la compra de Louisiana a Bonaparte, y la consolidación del régimen y las instituciones.

Con el fin de ocupar y poblar el continente se dictó una ordenanza, contemporánea a la Constitución (1787), que autorizaba a abrir territorios que una vez alcanzados los 60 000 habitantes serían admitidos en igualdad de condiciones con los fundadores como estados de la Unión. El contrapunto de esta medida fue la deportación de los indios al O del Mississippi inicialmente, y su reclusión en reservas después. Los pioneros de esta expansión al O eran siempre elementos inadaptados e individualistas, lo cual ha dado pie a especular sobre la incidencia de la «frontera» sobre la mentalidad americana. En cualquier caso, la frontera ofrecía mayores oportunidades y obraba más en favor de un igualitarismo democrático que la propia Constitución. Era ésta un compromiso entre los partidarios de la preponderancia del poder federal y los que preferían mantener por encima de todo la independencia de cada estado. Las ambigüedades y silencios de la Constitución favorecían generalmente a los últimos.

El partido de los federalistas, cuyo portavoz era Alexander Hamilton, defendía un gobierno fuerte y organizado a imagen de la monarquía británica, llegando a expresar discretamente cierta nostalgia hacia la figura de un rey. Este partido era sostenido esencialmente por la aristocracia urbana y de los negocios de los medios puritanos del N, cuyos intereses financieros reclamaban una política económica global y un mercado integrado. Los republicanos, partidarios de la máxima descentralización, preconizaron una república agraria donde coexistirían el liberalismo y el esclavismo. Sus intereses estaban más ligados a la exportación que a un mercado interior. Su portavoz era Thomas Jefferson. Pudiera decirse que los federalistas eran el precedente de los actuales republicanos y los republicanos antiguos prefiguraban al actual Partido Demócrata.

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