GEOGRAFÍA - PAÍSES: China - 11ª parte
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Geografía

PAÍSES

China - 11ª parte


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Instituciones

egún la Constitución de 1954, que define el sistema de gobierno de la República Popular, China es un estado socialista en donde el Poder Legislativo es ejercido por la Asamblea Popular Nacional y por el Consejo Popular Supremo. Formada por más de 3 000 miembros, elegidos cada 5 años por sufragio universal, la Asamblea se reúne una vez al año. El Poder Ejecutivo se halla en manos del Consejo de Asuntos del Estado, compuesto por 40 miembros que forman el gabinete ministerial y presidido por el primer ministro de la República (nominado por el presidente y designado por la Asamblea Nacional durante un período de 4 años).

La constitución confiere el papel de núcleo dirigente del pueblo chino al Partido Comunista, cuya dirección la ostenta el Comité Central y cuyos miembros eligen al Politburó, máximo órgano de poder. En 1982 se sustituyó el cargo de presidente del partido por el de secretario general. Sin embargo, en la práctica, el poder real ha radicado en ocasiones en manos del presidente o secretario general del Partido y, otras veces, en el primer ministro. China es una república federal donde coexisten tres niveles administrativos: las 21 provincias, las cinco regiones autónomas (Mongolia Interior, el Tibet, Xinjiang, Ningxia y Qinghai), y las tres municipalidades (Pekín, Shanghai y Tianjin). Las provincias y regiones autónomas se subdividen en prefecturas, distritos y municipios.

Literatura

Laliteratura china es una de las más fecundas y creativas del mundo. Se caracteriza por ser un género fundamentalmente culto, debido a la extrema complejidad de la escritura caligráfica, que busca producir, sobre todo en la poesía, tanto un efecto visual como de lectura oral. Las muestras más antiguas escritas en lengua china se remontan a los últimos siglos de la dinastía Shang (ss. XIV-XII a C). Son inscripciones realizadas sobre huesos y caparazones o sobre vasos ceremoniales. Sin embargo, por su excesiva brevedad, no pueden ser consideradas documentos literarios.

La tradición literaria propiamente dicha se inició a partir de la instauración de la dinastía Zhou, en el siglo XII a C, con un propósito fundamentalmente didáctico. Ejemplo de ello fue la aparición de la primera antología, Los cinco jing, o libros clásicos, que constituirían la base de la enseñanza de Confucio. El más relevante desde el punto de vista literario es el Shi jing, que ejerció una influyencia considerable sobre la poesía posterior, que destaca los aspectos líricos sobre los narrativos. El primer poeta chino conocido fue Qu Yuan (ss. IV-III a C), al que se le atribuyen elegías, como la titulada Lisao o Encuentro con el dolor, con un carácter político-erótico. Este género fue cultivado durante más de cinco siglos y con frecuencia ha reaparecido en la historia de la literatura china. Las primeras colecciones de autoría individual fueron el Dao-de jing, o Libro de la razón suprema (el Tao), que se atribuye a Laozi, considerado el fundador del taoísmo, y el Lun yu, conocido como Analectas (conversaciones) que, según una dudosa tradición, fue editado por Confucio. Con la unificación del Imperio por la dinastía Qin (221-206 a C), apareció un nuevo género, el fu, que se caracterizaba por la fusión de elementos poéticos y prosísticos. La labor más importante de sus autores fue la conservación de las baladas o cantos populares (yuefu), que dieron lugar a una nueva forma poética, el kushi o poemas de carácter antiguo.

Bajo la dinastía Han se consolidó un modelo de lenguaje escrito culto, el wenyan, que intentaba resolver el problema lingüístico en un territorio donde los dialectos se multiplicaban constantemente. Este modelo dominaría la literatura erudita hasta el siglo XX, aunque no siguió el proceso evolutivo de la lengua hablada. La literatura china conoció una de sus etapas más brillantes con la dinastía Tang (618-907), sobre todo en poesía, que tuvo un extraordinario florecimiento gracias a la aparición de nuevos géneros. De entre más de dos mil poetas de la dinastía Tang, destacan Mang Haoran, Wang Wei, Du Fu y, sobre todo, Li Bo, el gran representante del espíritu budista. En prosa, Han Yu reformó el estilo artificial, alcanzando una mayor libertad gramatical, que favoreció la aparición de numerosos relatos amorosos y de aventuras.

Durante la dinastía Song (960-1279), la producción literaria se vio notablemente incrementada debido, fundamentalmente, al perfeccionamiento de la imprenta. Dentro de la poesía existieron dos géneros dominantes: el shi, poesía erudita y tradicional, cuyo principal representante fue Lu You; y el ci, lírica popular, que consagró figuras tan notables como Ouyang Xiu y Li Quingzhao. La dinastía Yuan (1279-1368), trajo consigo una diversificación de las actividades literarias. Lo más notable del período fue el florecimiento del género dramático, caracterizado por un acercamiento a la lengua coloquial y al género operístico. Los autores dramáticos más representativos fueron Guan Hanqing, Wang Shifu y Ma Zhiyuan. 

Durante la dinastía Ming (1368-1644), la literatura estuvo caracterizada por la emulación de los clásicos del pasado, a la par que aumentaba la influencia literaria de los territorios del S. Durante el siglo XVI la novela alcanzó el momento de máximo esplendor. Con la conquista de los manchúes se estableció una nueva dinastía, la Qing (1644-1911), durante la cual se prolongó la imitación de las formas clásicas y en la que, a pesar de que el estilo alcanzó el momento más brillante, existió una falta de verdadera creatividad. Entre los poetas destacó el manchú Nara Singde (1655-1685), quien, a pesar de estar muy influido por los clásicos, mostró una exaltación original en sus descripciones de la naturaleza. En narrativa, Pu Songling (1640-1715) continuó la tradición del cuento fantástico escrito a la manera tradicional (wenyan). En este mismo período Zao Zhan escribió la novela china más conocida y con un mayor número de traducciones a otras lenguas extranjeras, Sueño de la morada roja, que narra la historia de un triángulo amoroso y la caída de una gran familia.

Después de la Guerra del Opio (1839-1842), la cultura china se abrió al mundo occidental y muchos escritores del país recibieron la influencia extranjera. En poesía, la obra de Huang Zunxian (1848-1905), refleja los viajes del autor al exterior, en un intento de incorporar la lengua hablada al lenguaje poético. Este movimiento, traspasado a la prosa por Liang Qichao (1873-1929), fue conocido como la Revolución de la poesía china y tuvo una profunda influencia sobre la población de principios del siglo XX. La entrada de China en el mundo moderno, con la proclamación de la República (1911), mostró la ineficacia del lenguaje clásico para la transmisión de nuevas ideas. Chen Duxiu fue el impulsor principal de la reforma del lenguaje; el primer paso consistió en escribir en lengua vernácula, para lo que se crearon diversas revistas y grupos literarios. El nuevo estilo quedó consagrado con Lu Xun, autor de obras satíricas que atacaban el conservadurismo de la sociedad. Lu Xun abrió nuevos caminos a la narrativa del país y consiguió la celebridad internacional con Diario de un loco (1918) y La verdadera historia de Ah Q (1921).

Las convulsiones políticas que tuvieron lugar durante la década de 1920 provocaron un cambio de rumbo en las letras, utilizadas, sobre todo, como instrumento político. Novelistas como Mao Dun, Lao She y Ba Zhin, poetas como Guo Moruo y dramaturgos como Chiao Zhun se erigieron como grandes escritores del siglo XX. Tras el establecimiento de la República Popular en 1949, la literatura continuó empleándose para transmitir ideales políticos. El presidente del Partido Comunista, Mao Zedong, impulsó una literatura de formas y contenidos proletarios. Aparecieron entonces algunos autores populares, como Zhao Shuli, Liu Baiyu y Zhou Libo, que ganó el premio Stalin de literatura con la novela El Huracán (1949). En 1958 Ai Wu escribió El acero templado, que constituyó la primera gran novela de la industrialización. Entre los autores aparecidos después de la revolución cabe destacar a Li Zhun, Li Zhiao, Sun Li, Yang Shuo y, principalmente a Yang Mo, autora de la famosa novela Canción de juventud.

Una escritora muy conocida desde los años treinta, Ding Ling, publicó una notable novela sobre la reforma agraria, Brilla el sol sobre el río Sang-gan (1950), que ganó el premio Stalin de literatura. Finalmente, la Canción de nuestros ideales (1974), poema escrito por un colectivo popular anónimo, constituyó la última obra revolucionaria.

Tras la muerte de Mao se produjo un retorno de los viejos escritores de influencias burguesas, que habían sido bandeados durante la Revolución Cultural (Ba Jin, Qu Bo, Ding Ling, Tien Jien y Ai Quing, entre otros), y surgieron nuevos escritores, como los autores de cuentos Liu Xinwu y Zhang Jie.

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