Los contextos de la educación para la salud

Artículos seleccionados del boletín mensual

Mari Cruz Molina Garuz
Universitat de Barcelona

El desarrollo de las sociedades conduce a formas de vida que muchas veces se contradicen con la salud. Se generan nuevas patologías (SIDA, cáncer…), aumenta la frecuencia de otras (problemas cardiocirculatorios…) y reaparecen otras que apenas salían en algunas estadísticas (tuberculosis …). El análisis epidemiológico muestra reiteradamente el carácter evitable de estas problemáticas, dado que dependen en gran parte de factores de riesgo asociados a los estilos de vida y a las condiciones ambientales y socioculturales (hábitos alimentarios incorrectos, sedentarismo, uso abusivo de sustancias tóxicas y con capacidad de adicción, etc.). Este aspecto debería hacernos reflexionar, ya que se pone en cuestión si la salud es un valor prioritario en la sociedad actual.

Los medios de comunicación y la publicidad contribuyen a crear una cultura de la salud que dificulta en gran medida la acción preventiva. El reduccionismo informativo, la incorrecta interpretación de los mensajes (se crea una percepción generalizada, a partir de la noticia de un caso), y el escaso espíritu crítico ante la publicidad, aportan elementos para crear un estado de opinión y una actitud respecto al bienestar y al cuidado del cuerpo, basados en la consecución de satisfacciones inmediatas, en el mínimo esfuerzo y en objetivos de bienestar centrados únicamente en la imagen.

Esta mirada a la actualidad nos hace pensar en la necesidad de dar respuesta de una manera eficaz haciendo previamente un intento de comprensión de los fenómenos y sus causas. Dada la complejidad y la multifactorialidad de estos fenómenos sociosanitarios, no sirven las respuestas parciales, es necesaria la implicación de toda la comunidad para avanzar de forma conjunta en la mejora de la salud y en la prevención de la enfermedad. Esta tarea requiere una herramienta que ofrezca a las personas la posibilidad de acceder a una cultura de promoción de la salud, así como recursos para poder actuar en la mejora de la calidad de vida. La Educación para la Salud (EPS), como parte integrante de la acción educativa global y de la acción sociosanitaria, tiene un gran papel si se aplica de forma eficaz.

Según el glosario de términos publicado por la OMS el año 1986 en la I Conferencia de Promoción de la Salud celebrada en Otawa (Canadá), la EPS comprende las oportunidades de aprendizaje creadas conscientemente que suponen una forma de comunicación destinada a mejorar la alfabetización sanitaria, incluida la mejora del conocimiento de la población en relación con la salud y el desarrollo de habilidades personales que conduzcan a la salud individual y de la comunidad.

Esta perspectiva educativa se basa en un concepto de salud positivo, integral y dinámico, que incorpora los elementos culturales que cada sociedad le otorga en relación a su bienestar, individual y colectivo. La necesidad de capacitar a la población y dotarla de herramientas para el control de su salud y de sus determinantes, hacen que la EPS represente una parte fundamental de un proceso más amplio que es la Promoción de la Salud (PS) (Carta de Otawa, 1986).

La PS representa una nueva estrategia, universal, dirigida a mejorar la salud, que debe ir paralela a otros niveles de actuación, como la prevención y la restauración de la salud en los que la EPS también tiene un papel importante. En el primer caso, capacitando para el control de los factores de riesgo y favoreciendo los de protección, y en el segundo caso contribuyendo a la eficacia del proceso terapéutico. En todos los casos el resultado esperado es la mejora de la calidad de vida.

La EPS, dada la dimensión biopsicosocial de la salud y la multifactorialidad de las enfermedades, es un campo disciplinar que requiere nutrirse de diversos campos de conocimiento que le aportan elementos para la mejor comprensión de los fenómenos, los comportamientos respecto a la salud, las relaciones interpersonales, la interacción con el medio, la multiculturalidad, los métodos pedagógicos, etc. Así pues, se enriquece de las ciencias sociales, de las ciencias de la salud y de las ciencias de la educación.

Desde el punto de vista metodológico, la EPS es un trabajo de información y formación permanente, que ha de incidir en los individuos, grupos y comunidades, por medio de acciones planificadas y evaluadas. Los métodos educativos han de servir para aumentar los conocimientos, trabajar actitudes y adquirir habilidades en relación con la salud. Deben basarse en necesidades contrastadas y percibidas por la población para contar con su aceptación. La participación en todo el proceso es un criterio fundamental que contribuye al éxito de las acciones de EPS. Los modelos de intervención que contemplan estos principios, son los que resultan más eficientes. Las acciones informativas puntuales y que no responden a demandas de la población, pueden tener un efecto de sensibilización o de incremento de conocimientos, según el grupo al que van dirigidas, que no repercute necesariamente en la decisión y la adopción de conductas saludables, ni se mantiene en el tiempo.

Por lo tanto, se trata de incidir desde una perspectiva global y sistemática en todos los contextos en que se relaciona e interacciona la persona y en todas las etapas vitales, con el objetivo de capacitar a los individuos, grupos y comunidad en la autonomía hacia la toma de decisiones. La responsabilidad de esta tarea recae sobre aquellas instancias que tienen una función socializadora, educativa o bien sanitaria, de donde se derivan los campos de actuación. El primer elemento de socialización, la familia y el segundo, la escuela, son los principales implicados en la función educativa.

En la familia es donde se empiezan a adquirir los hábitos básicos de salud: la higiene, la alimentación, las relaciones, los límites, etc. El aprendizaje depende de los estilos educativos y estilos de vida de los padres. Es una gran oportunidad para introducir hábitos saludables desde la primera infancia ya que es una edad de gran receptividad para la educación y de fácil motivación. En la adolescencia, la familia es una referencia clave, aunque aparentemente no bien entendida por parte de los hijos e hijas Una relación educativa, comunicativa, dialogante y de transmisión de valores como la salud desde la primera infancia, puede tener sus frutos en esta etapa vital contribuyendo a afrontar las crisis con más eficacia.

La escuela, complementa la tarea socializadora de la familia. En el caso de la EPS tiene un papel de gran relevancia por disponer de recursos didácticos que permiten sistematizar los aprendizajes con una metodología eficaz, intervenir en grupos, trabajar con iguales y desarrollar un proceso educativo secuencial en los diferentes niveles educativos. Al mismo tiempo desde la escuela se puede trabajar con la familia, ejerciendo un efecto de refuerzo recíproco. Este escenario resulta idóneo para tratar temas básicos de salud como la alimentación, la actividad física, la sexualidad, la higiene y la salud mental, así como la prevención de problemáticas de gran actualidad, que derivan de conductas de riesgo como el uso abusivo de drogas, el exceso de peso, los trastornos de la conducta alimentaria, los embarazos no deseados, las infecciones de transmisión sexual y el SIDA, como prioritarios.

Aunque se han planteado diferentes estrategias para la inclusión de la EPS en este ámbito, desde el marco de la LOGSE se propone la transversalidad por tratarse de abordar temáticas que tienen mucho que ver con aspectos vivenciales y que se relacionan con las diferentes áreas de conocimiento. Por su eficacia, es necesario introducir los objetivos de EPS en el proyecto educativo central y que se aplique a partir del trabajo coordinado del profesorado. La formación, asesoramiento y facilitación de recursos a los profesionales resulta imprescindible a tal efecto. Los estudios superiores deberían permitir la continuidad en la formación sobre salud, en un trabajo de análisis y reflexión, sobre aspectos relacionados con los estilos de vida.

Los centros de salud, tanto de atención primaria como los hospitales, en base a su objeto de trabajo, la salud, tienen la responsabilidad de ofrecer acciones educativas a nivel individual, de grupo y comunitario. La relación entre médico y paciente puede reorientarse pasando de prescriptiva, en la que el profesional indica la pauta de tratamiento, a una acción participativa y dialéctica, en la que se analiza y decide conjuntamente el plan a seguir, teniendo en cuenta las circunstancias personales y del contexto del paciente. La intervención educativa también puede dirigirse a grupos de personas que acuden al centro para el control y seguimiento de los mismos problemas de salud (hipertensión, diabetes, problemas cardiocirculatorios, etc.), aprovechando que la mayor sensibilización debida a la presencia de la enfermedad, es una situación favorable para transmitir mensajes de salud relacionados con el problema específico. Actualmente, los servicios de salud están orientados también hacia la comunidad en el desarrollo de programas de promoción de la salud.

Aunque parece que hemos abordado todas las posibilidades educativas para la salud, nos quedaríamos cortos si no pensáramos en otros escenarios por los que circulan las personas. Cuando se trata de la infancia y la adolescencia, la escuela ocupa gran parte de sus vidas diarias, pero también los encontramos en espacios de ocio (asociaciones diversas, centros excursionistas, etc.) donde por medio de actividades lúdicas se pretende contribuir a la formación de valores como la convivencia, la solidaridad, el respeto, la autonomía, etc. y en los cuales la salud representa un valor añadido a considerar.

Cuando se trata de adultos, observamos la posibilidad de introducir la EPS en colectivos o asociaciones que tienen problemáticas o intereses comunes. Así pues, se están llevando a cabo programas educativos dirigidos a población inmigrante, a mujeres, para la salud materno-infantil, a población reclusa, a personas con algún tipo de discapacidad o en el contexto laboral, entre otros.

Cada contexto y cada grupo de personas, con sus necesidades e intereses particulares contribuye a definir cuándo y cómo actuar. No obstante, lo que es importante en la EPS no es simplemente hacer sino implicar e implicarse en una acción planificada y de calidad que mantenga la continuidad en el tiempo.

Si la salud es un valor tan importante, la educación tan necesaria y el marco legal tan claro, ¿cuál es el motivo para que no se dediquen suficientes recursos a la EPS y casi todo quede en simples campañas preventivas a través de los principales medios de comunicación social?

 
 

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